miércoles, 30 de septiembre de 2009

El lado B

El lado B de la espalda. Si la espalda ya es un otro, es un doblez de nuestro cuerpo, de nuestra imagen, ¿qué es el lado B de algo que ya supone una contracara? ¿Es volver al principio o implica una tercera dimensión, donde la segunda faz escapa, al mismo tiempo, de su origen y de su fin? La espalda, como llanura epidermis, se sabe no causa, sino consecuencia. La espalda, revés de la fachada, puede ser particular y común. ¿Cuántas espaldas podemos reconocer sino con las que dormimos? ¿Es pornografía soft regalar espaldas a observadores anónimos? ¿Es pornografía de nuestro desconocido? No hay casi en ninguna de las fotos más que una intención de mostrarse con cierta timidez, cierta inseguridad, pero con la certeza de “acá estoy con mi otro”. Espaldas feas pueda haberlas. Las hay. Pero sabemos que la espalda, a diferencia del frente, resulta inofensiva. La espalda no es falsa. ¿Tiene muecas la espalda? ¿Cómo saberlo? Sólo lo sabremos a la mañana cuando nos levantamos y la tenemos ahí, de espaldas, tapada, desnuda, escondida. La recorremos como la pampa, lisa, lenta, nostálgica y durmiente. Claro, la espalda es la puerta a esa dimensión inconexa. La vemos desde la cama, caminando en la habitación, yendo al baño, recostándose o durmiendo. Sobre la espalda, la propia y la ajena, descansamos. Por ella, entramos al lado B, al dulce y temido sueño.

Acá, el blog del lado B y sus espaldas.

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