lunes, 23 de agosto de 2010

Whale Biking


Para el amigo Mauro, bicivolador, una señalización ballenera. Acá, también cruzan ballenas.
Próximamente, algo sobre el andar a tracción humana en esta ciudad.


Llegaron las 6000, de paso.

domingo, 22 de agosto de 2010

Sweet home


Puf. Hace rato que quería sentarme a bucear un rato. Berlín no llama a quedarse sentado en la pc muchas horas. La frase era "la vida es un verano". Si todos los veranos son así, la vida está llena de Berlín. Tardes de parque, picnic y cerveza. Asado aquí, bicicleta por allá. La noche se acuesta con la misma temperatura que la mañana. Dan ganas de caminar, de perderse, volver a encontrarse. Decidí no usar mapas más que antes de salir (google maps, las combinaciones de subte y tren). Por eso me perdí diez mil veces, unos cuantos subtes. Curtite la ciudad, era la idea. Perdiéndose es la única forma de re-conocer los rastros. Tanto es así que me quedé en bolas en la medianoche del martes, después de la milonga. Volví a gamba, una horita, pa la milonga otra vez. No se puede planear todo, le dije al ángel que salvo mi noche. Su rostro me decía que a ella no le hubiera pasado eso, y que, de pasarle (nunca nunca le hubiese pasado), no hubiese sabido cómo reaccionar. No está en su programación. Claro, yo también intento programarme al estilo alemán. Pero qué? Ver irse el tren y, en consecuencia, repensar qué toca hoy es un ejercicio sano. Allí, cuando no había más transporte hasta el próximo día, ese alma me prestó un colchón y unas tazas de café en su casa.
Domingo de verano. Domingo de vida. Pese a la amenaza meteorológica de que ayer era el último día de verano, hoy vuelve el sol, el calor no común para Berlín. Creo que toca fulbito, karaoke en bicicleta, terminar unos laburos. Después viene el reencuentro con la casa en la que nunca viví, pero que al verla sentí que ya la había vivido. Raro, no? Desde que llegué al portón, después cuando vi las dos ventanas enormes con vista a las vías del tren, cuarto piso. Siempre la pregunta por el tiempo. Cuánto nos acercamos a vivir un tiempo pictórico y no lineal? Ya viví ahí? Realmente ya estuve viviendo ahí? Posiblemente. También es pregunta por la semejanza. Qué idea de hábitat tiene el hombre? Ver la cueva, el rancho. Mejor dicho, confeccionar el cueva, armar el rancho. Con qué idea de cueva y rancho? Con la que recuerda de otra vista o con la que sienta a su imagen y semejanza? La imagen de su sentimiento de hogar? Qué de común hay en los habitantes de dicho hábitat? Como en la imagen del buzosnorkel y la ballena. La ballena también tiene ganas de hacer turismo por Buenos Aires, por Berlín?
Se me viene al recuerdo el vuelo a Frankfurt. Pasaron un documental de ballenas y cómo nuevas tecnologías podían sopapear una cámara en el lomo de la ballena. Ver cómo se mueven, cómo se conducen, el movimiento en el mar de las ballenas.

lunes, 9 de agosto de 2010

Trampolín


Gracias Rita F.!!! Santiago K. el próximo va el tuyo.

Ando con poco tiempo y poca internet. Pero ando.
Breve. Un trampolín en el medio de un lago. A la orilla árboles. Detrás de los árboles la aurora. Cerca de la aurora Berlín. Estamos a unas horas de Berlín. Viviendo en una casa de verano para chicos, niños. Un lugar, un heim para la felicidad del verano. En estos días, escuché -ya no sé en qué lengua- la vida es como un verano. El lago tiene olas suaves, casi que ni son olas. Los niños saltan una y otra y otra vez. Salen del agua y saltan. ¿Cuánto habría que pagar por saltar de un trampolín en Bariloche?
Zas. Interrumpen mi blog ballenil. Acá la mesa de comandos es compartida. Se pierde un poco la trama. En el tango safari hay poco lugar para el silencio. Sólo en el lago, pero donde no llega la red. Por suerte. No me bancaría la quietud del lago interrumpida por los teclados.
Se renueva el silencio. Puedo ver el trampolín. Solito en el medio del lago. Una señal, pájaros no había. Había aurora que también se espajaba en el techo de la habitación. Todo parece ir para el mismo lado.

viernes, 6 de agosto de 2010

Willkommen



Hola. Recién hoy, luego de unas doce horas de sueño puedo empezar a reaccionar. Todavía no me siento muy en Alemania. Se debe, tal vez, a que mi recuerdo siempre fue blanco, nevado. Tal vez a que adeudo aún laburos porteños que próximamente saldaré. Ya hice todo lo que debía hacer a las primeras horas de Berlín (por lo cual me puedo volver): dönner (comida turca), cerveza, hacer 5 transbordos de subte en un recorrido de 15 minutos, comer el famoso franfurto con mostaza, pisar el postdamer platz, una suerte de florida pero con otra arquitectura cuanto más interesante. Bien hasta aquí la germany. La pregunta que surge es: abrir un nuevo mar? seguir este? Veremos. En la semana toca una campus de tango, tangosafari, donde voy a dar clases de cetaceo. Ayer tuve la primera noche berlinesa. Calorcito. Unos veinte y pico de grados, caminando por Prenzlauer Berg, una mezcla de San telmo y Palermo, todo el mundo con sus cervecitas y bicicletas andando por la calle. No sé si el aire tenía una felicidad o era mi sensación, un poco incerta empero, que inundaba todo de felicidad. Lo incierto es el porqué de acá, el para qué. La noche me arrastraba y uno se va con ella.
La foto? Mis primeras palabras serias en alemán fueron a una chica que pedía ayuda para rescatar no sé que osos en extinción. De una de las tantas fundaciones de animales. Por eso, y por el multikulti de Berlin, el saludo ballenero de bienvenida.