lunes, 4 de julio de 2011

El mundo de las vibraciones y los sonidos

Por razones profesionales, estoy sumergido en El mundo de las vibraciones y los sonidos (1951), de Carlos Prélat, Premio Nacional de las Ciencias. Lo que se viene, pronto...

Desde las épocas más primitivas de la humanidad hasta el presente, el hombre ha manifestado sus emociones y deseos, sus angustias y alegrías, por los medios más variados, gestos, expresiones de su rostro, movimientos de todo su cuerpo, como saltos y contorsiones. Pero estas manifestaciones, que no son otra cosa que hechos concomitantes con sus distintos estados anímicos, no tienen, en conjunto, la eficacia poseída por otro medio de expresión: la voz. Desde los gritos guturales del salvaje primitivo, hasta las modulaciones y cadencias del canto más exquisito, existe toda una gama de expresión de los deseos, pasiones y sentimientos humanos. La voz posee recursos y matices que la hacen un medio de expresión de estados afectivos que no puede, prácticamente, ser sustituido por ningún otro. Y si de la expresión de sentimientos y pasiones pasamos a la de las ideas y concepciones intelectuales, es evidente que no existe ningún otro medio de comunicación directa de hombre a hombre que pueda sustituir, para esa finalidad, a la palabra.
La música ocupa un lugar prominente entre las bellas artes, elementos importantísimos de la cultura humana. Y ¿qué es la música? Es el estado actual, que ha alcanzado un desarollo extraordinario a través de una lenta evolución, de una manera de expresar el hombre primitivo, a veces sólo a sí mismo , su estado de ánimo, congoja o alegría, temor o tranquilidad, por medio de sonidos de su garganta, en un principio, y por sonidos arrancados a algún instrumento apto para ello.
Es evidente que la comunicación o simplemente expresión de deseos o estados anímicos por medio de sonidos es también usada por animales. El canto de los pájaros, los rugidos de las fieras, que nos llenan de deleite o de espanto, no son otra cosa que medios de expresión de esos seres vivos.
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Breves y bellas palabras para describir la expresión primigenia de nuestro ser humano, el de hoy, el de siempre.
Los "posteriormente", "prácticamente", las aclaraciones insistentes "para esa finalidad", los giros cientificistas "es evidente". De ellos no se pudo despojar este hombre de las ciencias. No obstante, se avoca a la pregunta por el ser.

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